lunes, 7 de febrero de 2011

El robot que no tenía amigos


Camilo era un robot de juguete. Estaba muy orgulloso de ser el juguete preferido de su dueño, que era un niño a quien le gustaba aprender y jugar. Además se sentía muy feliz con aquel regalo que le habían hecho sus papás.
El niño quería y cuidaba rodos sus juguetes.
-Éste será vuestro nuevo amigo- les dijo presentándoles al robot-. Sabe hacer muchas cosas y con él os lo pasareís muy bien.
Pero no fue así. Camilo era tan vanidoso que no quería jugar con los demás juguetes. Él no era un juguete cualquiera, era todo un robot.
Cuando por las noches los jueguetes saltaban de sus estantes para charlar y jugar, Camilo permanecía en su caja sin querer participar en sus juegos.
-Ven, Camilo -le decían los juguetes-, ven a jugar.
-Yo no soy un juguete tonto como vosotros, -les contestaba-, soy un robor muy importante.
Una noche, en que todos los juguetes se estaban divirtiendose mucho, Camilo notó cómo una de sus piernas tiraba y tiraba fuerte hasta que consiguió desengancharse de su cuerpo robot.
-No quiero seguir contigo - le dijo-, no quiero formar parte de un juguete aburrido y egoísta.
Y la pierna, a saltitos, se reunió con los demás juguetes.
Al cabo de un rato, un brazo hizo lo mismo. Y un ojo azul. Y una antena de plata.
Todos se desprendieron de Camilo y fueron a reunirse con los demás.
El duende de los juguetes no tardó en aparecer por allí. Molú, que era un perro muy charlatán, le explicó lo que pasaba.
-Esto tiene fácil arreglo -dijo el duende de los juguetes-.Tus compañeros te pueden reconstruir fácilmente. Pero para eso es necesario que las partes de tu cuerpo que se han ido quieran volver contigo. Si no, sólo serás un juguete roto.
Camilo no se atrevía a pedir ayuda. Ahora comprendía lo importante que era tener amigos. Si él no hubuera sido tan tonto y orgulloso, ahora todos les querrían ayudar.
Molú, el perro charlatán, que era bueno y listo, comprendió que el robot estaba arrepentido y se puso de acuerdo con los demás juguetes para ayudar a Camilo.
Desde entonces Camilo, el robot, juega por las noches con sus compañeros. Les ayuda cuando le necesitan y esto le hace muy feliz. Ha comprendido lo maravilloso que es tener amigos.

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