lunes, 7 de febrero de 2011

¿Dónde está mi camisa?


Este cuento me lo escribió mi amiga Susana.

Aquella mañana, el bosque había amanecido más alborotado que de costumbre. Los árboles agitaban sus ramas en animada conversación. Todos los animales hablaban a la vez unos con otros, aquello era un gran galimatías.
Vicente, la joven serpiente, había perdido su camisa y el acontecimiento era comodilla del bosque.
.- ¡No puede ser! ¿Qué voy hacer? Éste año en el pueblo vecino se celebra el gran congreso de las sabías estirpes de serpientes, y yo voy por primera vez, que dirán todos si asisto sin camisa, pues mi familia es una de las más antiguas y mejor considerada, con una gran tradición entre las estirpes de serpientes.
Amanda, era una pequeña, alegre y bondadosa abeja que vivía en una colmena cercana y además era gran amiga y compañera de juegos de Vicente. La pequeña abeja enseguida se presto solícita para ayudar a su amigo a buscar su preciada camisa.
.- ¡¡No te preocupes Vicente, yo te ayudare a buscar tu camisa, ya veras como la encontramos enseguida!! .-dijo Amanda con mucha energía ¡¡y así podrás asistir orgulloso con tu familia a ese congreso tan importante!!
Y así los dos amigos provistos de cuaderno de notas lápiz y gran lupa comenzaron sus pesquisas, buscando alguna pista para empezar su investigación sobre un caso en el que las cosas no estaban nada claras.
El primer testigo concienzudamente interrogado fue don Topo.
.-¡¡si, si!! Ahora que lo pienso detenidamente la otra noche vi. una sombra merodeando la puerta de tu casa. ¿O eran dos sombras? ¿Tal vez tres? ¡¡Si, si efectivamente el bosque estaba lleno de sombreas la otra noche!!
Las declaraciones de topo no eran fiables, pues con lo cegatón que es y esas gafas de gruesos cristales que lleva, no creo que en la noche distinga gran cosa.
La siguiente en el interrogatorio era la señorita Nuez, Blanca Nuez. Blanca Nuez era una preciosa ardilla de ojos grandes, largas pestañas y un pelo color rojizo precioso, muy simpática, alegre y juguetona.
.-¡¡Te lo aseguro, lo vi con mis propios ojos!! Andaba por los alrededores de tu nido. Pero era horrible, tenía los ojos rojos y echaba fuego por su boca. Su cuerpo era grande y desproporcionado y de un color verde horroroso. Si verde, verde como las hojas de los árboles.
Seguro que fue ese dragón de uñas sucias y largas quién se llevo tu camisa.
Las declaraciones de la señorita Nuez no fueron muy convincentes ya que en ese bosque, hacía siglos que no había dragones.
Desilusionados Amanda y Vicente volvían a casa abatidos, cuando se encontraron frente al gran árbol del bosque era el más grande y el más viejo de todos los árboles que habrá en aquel bosque. Su grueso tronco albergaba dentro al más sabio de todos los animales de la comarca. Don Búho, al verles tan afligidos Don Búho les preguntó:
.- ¿Qué ocurre? ¿Por qué estáis tan apenados?
Amanda y Vicente contaron lo sucedido. Para su asombro, el búho rompió a reír, se reía con grandes carcajadas.
.-¡¡Ja, ja, ja!! ¡¡Pero que chiquillos!! Tu camisa no se ha perdido nadie te la ha robado, es parte del ciclo de la vida, las serpientes cambiáis la camisa cada cierto tiempo, pero no te preocupes porque al perder la vieja es que ya tienes una nueva.
Fue entonces cuando Vicente se dio cuenta de que Búho tenía razón, su cuerpo estaba cubierto por una camisa nueva e incluso más bonita que la otra.
Así el día del congreso de las familias de las serpientes, Vicente estaba guapísimo con su nueva camisa, a su lado en la fiesta estaba Amanda, su gran amiga.

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